¿Es seguro hacer terapia online?

La terapia online ha llegado para quedarse

La terapia online, que una vez fue considerada como una alternativa emergente, hoy en día se ha asentado como una un modo de hacer terapia totalmente válido. Cada vez más psicólogos deciden ofrecer sus servicios por medios digitales, no solo por la necesidad que impuso la pandemia, sino porque han comprobado sus ventajas: es eficaz, accesible y cómoda para ambos.

Sin embargo, este cambio también abre la puerta a nuevas preguntas que merecen atención: ¿es realmente seguro brindar atención psicológica a distancia? ¿Qué responsabilidades legales, éticas y técnicas deben tener en cuenta los profesionales de la salud mental al hacerlo?

Responder estos cuestionamientos implica más que dominar la tecnología: significa comprender que la responsabilidad ética y legal del psicólogo permanece intacta, independientemente del formato o canal a través del cual ejerza.

Uno de los puntos fundamentales es que los principios éticos que guían la práctica clínica tradicional no desaparecen en el entorno digital. El respeto por el paciente, la responsabilidad profesional y la confidencialidad se mantienen como pilares esenciales. Que la terapia ocurra a través de una pantalla no cambia la obligación del terapeuta de establecer un encuadre claro y sostener el compromiso clínico. De hecho, en entornos virtuales, dicho encuadre requiere aún más claridad: horarios, límites, canales de comunicación y contención emocional deben definirse con precisión desde el inicio del proceso.

Consentimiento informado: un documento que también debe evolucionar

Otro aspecto imprescindible es el consentimiento informado. Adaptar los documentos al contexto digital no es una opción, sino una necesidad. Muchos profesionales continúan usando sus formatos tradicionales sin modificaciones, lo cual puede derivar en omisiones importantes. En la terapia virtual, el consentimiento debe incluir información sobre la plataforma utilizada, riesgos tecnológicos (como fallas de conexión o problemas de privacidad), procedimientos en caso de emergencia, y políticas de reprogramación por inconvenientes técnicos. Además, es clave que el paciente entienda cómo se almacenarán sus datos y qué medidas se implementan para proteger su confidencialidad.

Digitalizar este consentimiento, por medio de formularios que se puedan firmar desde cualquier dispositivo, no solo agiliza la gestión, sino que fortalece la seguridad legal para ambas partes. Plataformas especializadas como Docfav permiten que estos documentos se generen, firmen y almacenen de forma segura y eficiente.

Privacidad y protección de datos

La confidencialidad es una de nuestras mayores preocupaciones cuando hablamos de acudir a consulta. En México, la Ley Federal de Protección de Datos Personales exige que los profesionales de la salud que manejan información sensible cumplan con ciertas obligaciones. No basta con usar herramientas comunes como Zoom o WhatsApp: es necesario trabajar con dispositivos protegidos con contraseñas seguras, antivirus actualizados, y evitar conexiones públicas o no confiables.

Grabar sesiones tampoco es recomendable, salvo que exista un consentimiento explícito por escrito y un propósito clínico que lo justifique. La protección de los datos debe abarcar tanto los expedientes clínicos digitales como cualquier interacción cotidiana con información del paciente.

Plataformas pensadas para la práctica clínica

No todas las herramientas digitales son apropiadas para el trabajo terapéutico. Aunque opciones como Zoom o Google Meet son populares, no cuentan con la seguridad o las funciones específicas que requiere la atención en salud mental. Una plataforma ideal debe ofrecer cifrado completo, acceso restringido, espacio protegido para expedientes, y herramientas integradas para facilitar el trabajo clínico.

Docfav, por ejemplo, ha sido desarrollada pensando específicamente en las necesidades de los profesionales de la salud mental. Brinda seguridad, funcionalidades clínicas y una estructura que cumple con los marcos normativos, lo cual permite al psicólogo ejercer con confianza y tranquilidad.

Prepararse ante lo imprevisto: la importancia del protocolo

Uno de los mayores retos en la terapia online es enfrentarse a imprevistos técnicos. ¿Qué ocurre si se pierde la conexión durante una sesión emocionalmente intensa? ¿Cómo actuar si el paciente se desconecta abruptamente? Dentro del ejercicio ético de la profesión encontramos la obligación de establecer protocolos claros para estas situaciones. Acordar con el paciente qué hacer si falla la videollamada, tener un medio alternativo de contacto, o definir pasos a seguir en caso de emergencia, son medidas que previenen situaciones de riesgo.También se debe adecuar la consulta para que sea un lugar privado, calmado y libre de interrupciones, tanto para el terapeuta como para el paciente.

Vínculo terapéutico en la era digital

Aunque algunos piensen que la tecnología crea una barrera emocional, muchos terapeutas han confirmado que el vínculo terapéutico puede ser igual de fuerte a través de una pantalla. Con calidez, escucha atenta y las herramientas digitales adecuadas, la conexión terapéutica puede ser tan genuina como en un espacio presencial. Para ciertos pacientes, la terapia online incluso resulta más segura y accesible emocionalmente.

Conclusión

La terapia online es segura, siempre que se ejerza bajo criterios éticos, legales y técnicos adecuados. Adaptarse al entorno digital no implica abandonar los principios fundamentales de la psicología, sino trasladarlos adecuadamente a un nuevo formato.

La tecnología, haciendo un buen uso de ella, puede ampliar significativamente el acceso a la salud mental, optimizar procesos y mejorar la experiencia tanto del terapeuta como del paciente. Herramientas diseñadas específicamente para el ámbito clínico, como Docfav, son aliadas clave en este proceso. Ofrecen no solo seguridad y funcionalidad, sino también la tranquilidad de saber que se está trabajando de forma profesional y responsable. Porque proteger el bienestar de los pacientes también implica cuidar cómo se ejerce la práctica, incluso cuando la consulta ocurre a través de una pantalla.

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